jueves, 20 de diciembre de 2012

Pensando en voz alta




Eran pasillos eternos, llenos de soledad, de historia, de analogías, que conducen al portal del tiempo que fraccionado se congelo en una etapa que todos prefieren olvidar.  Es así que la descripción nos invita a formar parte del invento de mentes trasnochadas que persiguen los lamentos de los que se rindieron sin siquiera haberlo intentado. 

Pareciera que la guerra llego sin previo aviso, que los ataques sistemáticos fueron de perfil bajo creando un holocausto donde los vestigios son la prueba del clamor de sus sufrimientos que retumban en paredes frías de colores olvidados.

Todo es un desierto de ideas, donde además de la escases de valores prima la intolerancia por el criterio ajeno.  Son caminos  de amargura, donde la vejez se hace prematura sin el permiso de nadie hasta que el deterioro de los molares hace imposible una sonrisa.

Por eso el exterminio de la raza entusiasta es un hecho que no merece un debate, donde la democracia es una mala palabra irreproducible en cualquier lenguaje por lo que su traducción está vetada desde cualquier punto de vista.

Los pilares son tan frágiles como débil es la estructura que pronto veremos colapsar mientras nuestros ojos derraman lágrimas de impotencia ante un escenario que un día fue propicio para una plataforma que nos convertiría en seres lejos del anonimato.

La esperanza solo es una palabra gastada que reposa en un grafiti que algún atrevido se lleno de valentía para inmortalizar así un hecho aislado que no llego mas allá de unos centímetros en una libertad que nadie comprende, que nadie disfruta.

En esta la tierra del incapaz que sin esfuerzo se prepara para ser parte del rebaño, no entiende que el genocidio no es el nombre de la fiesta de la luna, ni el disparate de un intelectual que bautiza así el estreno de un cortometraje.

Pulcro ni la conciencia, lástima que los valores se quedaron en el armario donde la ética y la moral están llenas de polvo y telaraña. Busco en la desolación el grito desesperado de los que claman por autonomía, los que algún día vivieron lejos de sus miedos y donde hoy solo es una anécdota.

Soy el que sobrevivió a la pandemia, el que se resistió a que el mundo llegara a su fin…

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